Opinión

Feliz Día Del Maestro

Por Diego Armando Cárdenas Rendón

Cada 15 de mayo Colombia celebra la labor de los maestros, una fiesta marcada por la religión y la política; pues este mismo día pero en 1950 el papa Pio XII nombra a San Juan Bautista de La Salle patrono de los educadores y el presidente del entonces Mariano Ospina decide adoptarla para homenajear a los docentes colombianos. Teniendo en cuenta la festividad vale la pena reflexionar ¿Cuál debería ser el papel del docente de hoy?

En primer lugar, es necesario aclarar que la enseñanza no consiste solamente en dictar unas cuantas horas de clases, como lo piensan muchos. Tampoco en mirar la apariencia perfecta de un uniforme o lograr que los niños y jóvenes se comporten de tal o cual manera y mucho menos en llenar mentes de información. Detrás de todo esto hay arduas tareas como planeaciones, consultas, elaboración de materiales y otras más antes de entrar al aula. Pero ahí no para el asunto, el trabajo sigue finalizada la clase; revisiones, lecturas, diálogos.

En cuanto a los estudiantes como partícipes de una época en la que se tiene acceso a todo tipo de información; más que aprender, minimizan sus vidas a las redes sociales y esto dificulta bastante el trabajo de enseñanza. Ya no se lucha solamente contra la rebeldía natural de la población estudiantil, también contra ese mundo virtual y la falta de criterio humano antes de compartir datos absurdos. Problema difícil de atacar ya que el modelo educativo colombiano aún se encuentra inmerso en la educación del s. XIX; si bien ha progresado sigue midiendo el aprendizaje por evaluaciones, notas o contenidos y deja a los estudiantes en un papel de recipientes que se tienen que llenar de información. ¿Dónde queda la esencia humana de los niños y jóvenes? ¿Sus emociones y sentimientos? Solo importan cuando afectan el desarrollo normal de las actividades curriculares.

No se trata de dejar de lado el contenido teórico, se trata de mejorar el sistema educativo para que eduque seres reales, con defectos, cualidades y contextos difíciles; en otras palabras, es absolutamente necesario humanizar la enseñanza. Pero dadas las metodologías de las políticas educativas; todo queda en manos del docente, quien a pesar de estas condiciones tiene que cumplir dos papeles fundamentales:

  • Ser guía en el proceso de aprendizaje de los estudiantes y todo lo que ello implica
  • Tratar de ser una autoridad ética, pues las enseñanzas deben ir encaminadas a la interacción cotidiana del estudiante en su entorno.

Pero siempre están obstaculizadas pues el proceso de enseñanza tiene las mismas enfermedades que muchas de las labores del país. Sufren, por una parte, de grave burocracia reflejada en síntomas como reuniones y diligencias administrativas obligatorias y por otra “curriculitis” que bajo ninguna circunstancia se debe evitar.   

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