Por Camilo Andrés Salcedo Eslava – Periodista de formación y escritor por vocación
Que al Madrid le regalan todo, que el sorteo, que el arbitraje, que el tiempo extra, que el penal, que la mano, que la expulsión, que la UEFA, que el Dow Jones, que el petróleo Brent, que el Armagedón…no, esta vez no…
El planeta fútbol no podrá anteponer sus falacias, insípidas y mediocres, aquellas “teorías conspirativas” inspiradas en la impotencia y el odio de aquellos detractores que se resisten a entender que la Casablanca no es más que una beldad deportiva y etérea, que anoche rompió con cualquier tozudez caprichosa, que siempre ha pretendido nublar cada sorbo de copa…no, otra vez, no….
A esta altura no sé si esa banda, otrora caballería de galácticos, se vaya a proclamar por decimocuarta vez, rey de Europa, pero después de lo “paranormal” ocurrido en la noche del 4 de mayo, en el mítico Santiago Bernabéu, y de la trigésima quinta Liga, apenas horneada, el domingo anterior, no hay nada imposible para este hechizo “Ancelottiano”.
El Míster logró condensar una mezcla bastante extraña entre reactivismo, pundonor, practicidad, jerarquía y contundencia, en una misteriosa pócima ganadora y sin atenuantes. Con una legión de brasileros intratable, comandada por un francés que supo vivir a la sombra de un tal Bicho, Benzema administró el tiempo suficiente para aprenderle, emularlo, y al final, dar el zarpazo; sentenciando y reservando inobjetablemente, el próximo Balón de Oro.
Sería un completo insulto a la sensatez, obviar de estas gestas, a un inmenso Luka Modric y al impenetrable Thibaut Courtois, sin duda, ejes y columna vertebral de este, a veces tan desconcertante, pero a la vez muy impresionante Real Madrid FC.
Así pues, se repite la final 2017-2018, con un leve “tufillo” a revancha, manifestado sana y competitivamente por el propio Mohamed Salah. Creo que será imposible no torcer de alguna manera por nuestro coterráneo, Luis Díaz, quien comenzó a hacer historia en un Liverpool, que, curiosamente, demostró ser también un equipo reactivo. Será un duelo muy parejo y lleno de emociones, cualquier desenlace estará bien para quien escribe.
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