Opinión

Destruyamos el sendero para que no sigan caminando hacia el feminicidio

Por: Juano Jurado

Siguen apareciendo mujeres asesinadas en Colombia, cada vez los casos son más preocupantes y se ejecutan de manera más fría por parte de los perpetradores del hecho. Lo que hace unos años se realizaba al interior de los hogares, con armas de fuego y casi que gozando de completa clandestinidad. Ahora se está trasladando a las calles de una manera aterradora, con escenas de persecuciones y con la utilización de armas que permiten comprender la agresividad y sevicia de quienes están cometiendo los feminicidios en nuestro país.

En el 2023 se registraron 525 casos de feminicidio, esto, sin contar otras conductas punibles como violencia intrafamiliar, lesiones personales, tentativa de feminicidio y agresiones sexuales, delitos que terminan construyendo algo que he llamado el sendero hacia el feminicidio.

Solo en los meses que han transcurrido este año 2024 en Colombia, ya hemos visto muertes de mujeres a manos de sus exparejas sentimentales, actos de violencia con armas que anteriormente no eran tan usuales ver dentro de los casos de feminicidio, repetición de comportamientos por parte de los perpetradores como la utilización del descuartizamiento, la implementación de maletas o morrales para desaparecer a las víctimas, persecuciones callejeras a plena luz del día, decapitaciones, entre otras.

Los estudios y las noticias que se han generado hasta ahora sobre los casos que han sucedido en este 2024, arrojan hallazgos que anteriormente no eran tan evidentes, pero que poco a poco salen a la luz con las nuevas modalidades de feminicidio:

–       En primer lugar, sigue siendo recurrente que el principal perpetrador de feminicidios en los casos reportados sigue siendo la expareja o excompañero sentimental de las víctimas, esto no ha variado mucho desde el año 2015 cuando apareció el feminicidio como tipo penal autónomo en la legislación colombiana. Esta característica está relacionada con el comportamiento posesivo de algunos hombres frente a la mujer, considerar el cuerpo de sus parejas como un objeto que ningún otro hombre puede poseer, incluso, los comportamientos posesivos de estos hombres se empiezan a manifestar con muchas actuaciones previas a la materialización del feminicidio, pero en ocasiones, las mujeres víctimas confunden estos comportamientos posesivos con el cuidado, el amor, el compromiso y la protección.

–       En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, se ha identificado que la mayoría de los casos de feminicidio están relacionados con otros delitos que se cometieron previamente, y que, lamentablemente muchas mujeres no ponen en conocimiento de las autoridades. Delitos como violencia intrafamiliar, agresiones sexuales, lesiones personales y otros comportamientos relacionados con la discriminación por cuestiones de género, no son identificados fácilmente por las víctimas, debido, precisamente, a que en su concepción social y cultural de una relación amorosa se naturalizan ciertos comportamientos agresivos, y así se empieza a caminar por el sendero del feminicidio: se confunde la agresión sexual con el deseo que siente su pareja, se confunden las violencias económicas y psicológicas con el rol de cabeza de familia que tiene el hombre, se confunde el constreñimiento ilegal con celos e interés en el amor, y así podríamos continuar con una cantidad de conductas delictivas que socialmente han sido normalizadas por mujeres solo con la convicción de estar contrayendo la relación sentimental ideal.

–       En tercer lugar, definitivamente tendríamos que hablar de la caracterización de la víctima en estos últimos reportes de feminicidios en Colombia. Los departamentos de Antioquia y Santander son donde se han reportado más casos de feminicidios hasta este momento, dentro de las víctimas se han encontrado menores de edad, víctimas adultas mayores y por supuesto, la mayor cantidad de víctimas se identifican entre los 25 y 50 años; en todos los casos con diversificación de posición socioeconómica, lo que quiere decir que ya no se trata de un flagelo que solo le ocurre a las mujeres de bajos recursos económicos, de baja escolaridad o mujeres provenientes y conformantes de familias disfuncionales.

–       En cuarto lugar, podríamos continuar con la caracterización de los victimarios. Además de la identificación de las exparejas sentimentales como los principales perpetradores de feminicidio, aparecen en escena otro tipo de sujetos como: extranjeros, parejas con relaciones vigentes donde el hombre es celópata, agresores sexuales, compañeros de trabajo, compañeros de estudio y familiares donde no media relación sexual o sentimental. Sin embargo, todos estos sujetos indudablemente tienen una concepción de control sobre la mujer, ya sea porque consideran que la mujer es inferior a ellos: sexualmente, económicamente, intelectualmente, psicológicamente, y por supuesto, socialmente, pues se han identificado delitos de feminicidios contra trabajadoras sexuales después de haber realizados los servicios para los cuales fueron contratadas.

–       Finalmente, y sabiendo que son muchos más los elementos para analizar respecto al delito de feminicidio, podríamos cerrar diciendo que las nuevas modalidades de la comisión de estos delitos demuestran que nuestra sociedad ya no se asombra fácilmente con la violencia y que estamos ávidos de sangre, dolor, historias terroríficas y finales desafortunados. Mientras van apareciendo más casos de feminicidio, ya no escuchamos los hechos de asesinatos cometidos contra mujeres por sicariato, en la clandestinidad de un lugar oscuro o en la supuesta seguridad del hogar. Ahora vemos modalidades como el descuartizamiento y la decapitación, esto sumado a que las víctimas están siendo abandonadas en espacios públicos para generar también zozobra en la población. Además, ya no le importa al agresor tener que perseguir por la calle a la mujer con un machete en la mano para demostrar quién es el dueño de ese cuerpo, quién es el dueño de esa vida y quién tuvo el supuesto valor de demostrar quién manda a quien.

Sabiendo lo anterior, que esperamos para transmitir estos mensajes a nuestros niños y niñas, que esperamos para cambiar el tipo de educación que les estamos dando, qué esperamos para enseñar que ninguna persona es una posesión o un objeto de otra, que esperamos para mostrarles que el amor no se traduce en control y posesión, que esperamos para hablarles de sexualidad y que se sientan libres y seguros de las decisiones que toman frente a sus vidas sexuales, que esperamos para feminizar un poco nuestras masculinidades y masculinizar un poco nuestras feminidades. Qué esperamos para destruir el sendero hacia el feminicidio.

BC Noticias

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