Opinión

La experiencia laboral como un obstáculo

Por Diego Armando Cárdenas Rendón

Un principio que ha regido la educación familiar de las últimas generaciones reza: “estudie para que sea alguien en la vida”; pues se supone que la formación académica aumenta las oportunidades de ascenso en la escala social. Sin embargo, la inserción laboral no es fácil para quienes culminan una carrera profesional, ya que encuentran tantos obstáculos que llegan al punto de arrepentirse de sus estudios y pensar que perdieron 5 o mas años de su vida preparándose para un mercado que se niega a recibirlos. Muchos de ellos se dedican a algo totalmente diferente a los estudios realizados mientras corren con suerte de hallar el empleo adecuado. Hablo de suerte porque es necesaria para acceder a un trabajo formal y bien remunerado.

Uno de esos obstáculos y quizá el más grande es la experiencia laboral, requisito indispensable de las empresas a la hora de contratar personal; un certificado o un diploma no son suficientes y tampoco validan la práctica formativa como experiencia. Aún así exigen en promedio dos años de ella después de obtener el título. Hecho que se convirtió en otro de los reclamos juveniles en las movilizaciones sociales de los últimos años y una promesa incumplida del gobierno.

Empresas y Estado deben encontrar la manera de superar este impedimento, ningún recién egresado universitario cuenta con la experiencia suficiente que piden las empresas, se adquiere en el mercado desde el primer empleo y nunca termina, pero en Colombia no solo se exige, también es una herramienta de exclusión laboral. ¿Cómo pretenden los empresarios contar con personal experimentado si no brindan oportunidades? Es el dilema al que se enfrentan actualmente cientos de profesionales.    

En el 2010 se firmó en Colombia la Ley 1420 para favorecer a los jóvenes profesionales recién graduados, otorgando bonificaciones a las empresas que los contraten, pero como toda ley en Colombia se cumple parcialmente o no se cumple, lo que cierra las puertas al progreso socioeconómico de muchas familias.

El presidente electo al igual que el congreso se deben comprometer a desarrollar acciones que favorezcan el empleo profesional, más allá de brindar estímulos mediante impuestos o subsidios a las empresas.

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