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San Andrés requiere comité de manejo integral por huracán

Así lo considera el profesor Ricardo Tolosa Correa, de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Manizales, tras conocerse los estragos de este fenómeno natural a su paso por el Archipiélago en la madrugada del lunes.

Según informes del Gobierno nacional, en San Andrés las afectaciones no fueron tan graves, ya que gran parte de su infraestructura es de materiales resistentes, como concreto y mampostería, mientras que en Providencia la situación es más crítica, pues se reporta afectación del orden del 98 % de sus construcciones y vías.

Para el profesor Tolosa, “este nivel de afectación no es extraño, ya que se trató de un huracán categoría 5 y las islas no estaban preparadas para recibirlo, debido a su intensidad, a las condiciones de variabilidad climática y a la manera súbita que favoreció el fonómeno”.

Agrega que “ahora el reto es trabajar desde ya en lo que serán las nuevas San Andrés y Providencia, que además de pasar por la reconstrucción de sus infraestructuras deben restablecer su tejido social.

Según la experiencia del académico, quien participó en la reedificación de Armenia tras el terremoto de 1999, este proceso se debe realizar en diferentes fases.

“Lo primero es la atención inmediata y el acompañamiento del Estado a través de la Presidencia, con su equipo de atención de riesgos y manejo de desastres. Se debe garantizar prioritariamente la operatividad de los aeropuertos, vías principales y centros hospitalarios, además de cubrir las necesidades básicas desabastecidas, como alimentación, agua potable y atención médica inmediata, entre otras”, explica el docente.

Tomando como ejemplo procesos como el de Armenia, el profesor Tolosa expone que aunque la reconstrucción esté coordinada por el Estado, debe estar liderada por universidades, miembros de la sociedad civil, organizaciones no gubernamentales (ONG) y expertos en atención posdesastres.

En este proceso, la academia y las ONG deben velar por que el proceso vaya más allá de la renovación de la infraestructura física, garantizar que se proyecte lo que serán las futuras San Andrés y Providencia, cómo se deben mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, y prepararlos para eventos futuros.

El paso siguiente es la sectorización, para determinar cuáles son las zonas más afectadas. “Esto permite una evaluación primaria de daños en las viviendas, redes de servicios públicos, vías, equipamientos públicos urbanos y se debe plantear desde la atención inmediata para las familias afectadas hasta la reubicación temporal de la infraestructura pública averiada”, subraya el docente.

Tareas a corto y mediano plazo

“A corto plazo se debe establecer una evaluación del impacto económico, social, ambiental y técnico de los daños causados; luego se deben priorizar las obras de reconstrucción, y después plantear una serie de proyectos específicos para atención a la población”, explica el experto.

En estos proyectos es importante considerar la atención especial a los grupos raizales de las islas, los cuales deben ser atendidos según las condiciones propias de su cultura y procurar que la reconstrucción no afecte su desarrollo autóctono.

En el mediano y largo plazo se debe evaluar –mediante simulación y modelación– cuáles serían los impactos de fenómenos similares, lo que permitirá establecer las medidas para estar mejor preparados ante estos eventos naturales, de lo que se desprende un plan de acciones que incluye la ejecución de diversas obras para mitigar daños futuros.

Este plan abarca desde el mejoramiento en infraestructura de las viviendas y espacios públicos hasta la relación actual entre lo urbano y la zona de playa.

Liderazgo de la UNAL

En el papel de repensar las islas la UNAL tiene una ventaja competitiva ya que cuenta con una sede en San Andrés, la cual está llamada a ser actor principal en el desarrollo y proceso de reconstrucción, gracias a su capacidad científica y tecnológica, además de la experiencia en procesos anteriores similares.

Este importante rol lo cumplió la UNAL en el caso de Armenia, donde como caso de éxito la sociedad civil fue partícipe y logró no solo la reconstrucción, sino también la transformación de la ciudad. Como se recuerda, durante este proceso la UNAL lideró la recuperación de la zona 13, uno de los sectores más grandes de la ciudad, el cual finalizó con la etapa de reasentamiento poblacional, calificada como la de mayor envergadura hasta el momento en el país

BC Noticias

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