Opinión

¿Qué está pasando con los funcionarios públicos de Manizales?

Por Oscar Bayona

Esta semana, nuevamente, presenciamos un enfrentamiento entre agentes de tránsito y ciudadanos. Un hecho lamentable que no debería ocurrir en una sociedad donde el respeto a la autoridad y la responsabilidad de quienes portan un uniforme son fundamentales.

El episodio, que conmocionó a Manizales, involucró una agresión mutua entre un hombre y varios agentes de tránsito. Este suceso ha generado un intenso debate ciudadano sobre culpabilidades, deberes y sobre quién es realmente víctima o victimario. Sin embargo, desde mi perspectiva, todos fallaron. Ni un ciudadano debe enfrentarse a un agente de tránsito que le requiera para un procedimiento, ni los agentes deben responder con violencia física. Existen protocolos y mecanismos que deben agotarse antes de llegar a esos extremos.

¿Por qué los agentes persiguieron al ciudadano hasta ese punto? ¿Era necesario? ¿Por qué hubo tanta demora en la respuesta de la policía?

Estas interrogantes reflejan la desconfianza de la ciudadanía hacia algunos agentes de tránsito. Para muchos, su labor se percibe más como una persecución que como un servicio. En ocasiones, incluso, se habla de sobornos, lo que erosiona aún más la credibilidad de las instituciones. Sin embargo, es indiscutible que la autoridad tiene razón en muchos casos: hay conductores irresponsables, violentos o sin documentos en regla, que representan un peligro en nuestras calles. A pesar de esto, la forma de relacionarse con la ciudadanía sigue siendo un desafío urgente para la Secretaría de Movilidad de Manizales.

Un problema de manejo emocional

Algo que me llamó la atención, es el evidente problema de manejo emocional de los involucrados en este hecho reciente. Esto no solo muestra una sociedad incapaz de resolver conflictos a través del diálogo. Este incidente debería ser una llamada de atención para que se implementen procesos de mejora y capacitaciones en el manejo de emociones y resolución de conflictos, especialmente en los funcionarios públicos.

Manizales enfrenta serios problemas de salud mental, aunque el enfoque principal ha estado en la prevención del suicidio. Poco se habla, de la violencia psicológica dentro de las mismas entidades públicas, donde la presión laboral y el maltrato han llevado a muchos funcionarios a buscar ayuda profesional para darle tranquilidad a sus mentes. El daño psicológico puede ser tan o más perjudicial que el físico, y abordar este tema debería ser una prioridad para la administración municipal.

La sociedad actual no necesita jefes autoritarios, sino líderes que sepan inspirar y guiar desde la empatía y la comprensión y potencien lo mejor de sus colaboradores. Lamentablemente, en el ámbito público sigue prevaleciendo el mesianismo y el adanismo político.

Es urgente cambiar el grito y el maltrato por protección y fortalecimiento de los equipos de trabajo. Solo así se podrán cumplir los planes de gobierno y alcanzar las metas necesarias para mejorar la calidad de vida en nuestra ciudad. Todos deseamos lo mejor para Manizales.

Que esta Navidad sirva para bajar la temperatura y que la mesura prevalezca. Aunque algunas verdades puedan resultar incómodas, es mejor afrontarlas y buscar soluciones, en lugar de negarlas.

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