Opinión

Paz con el Clan

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Por Diego Armando Cárdenas Rendón

Desde la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad, se ha hablado en Colombia de la Paz Grande o la Paz Total que consiste en entablar diálogos con cada uno de los actores armados legales e ilegales para finalizar la violencia que sigue corriendo por las venas de los colombianos. Varios de estos grupos han manifestado intensión de empezar una negociación con el gobierno de Gustavo Petro; el ELN, las antiguas FARC y el Clan del Golfo enviaron mensajes de disposición de diálogo y cese al fuego que fueron escuchados por el presidente y cuya tarea ya inició; prueba de ello es el viaje de una comisión colombiana a La Habana para buscar acercamientos con el ELN. En cuanto al proceso con las FARC es necesario, por un lado, cumplir los compromisos estatales ya firmados, congelados por el gobierno de Iván Duque quien nunca estuvo de acuerdo con estos diálogos; por otro, buscar aproximaciones con las disidencias para que se acojan al Proceso de Paz o se inicie uno nuevo.   

En este orden de ideas es válido aclarar que a todos los grupos no se les puede brindar el mismo trato en caso de eventuales negociaciones, mientras que el ELN y las FARC son grupos armados con fines políticos, el Clan del Golfo merece garantías diferentes. En lo que va del año, los herederos de las autodefensas colombianas (paramilitares); han asesinado más de treinta miembros de la Policía Nacional, los últimos homicidios se llevaron a cabo bajo el “Plan Pistola”, método con el que sistemáticamente se les quita la vida a uniformados de la fuerza pública.

De esta manera, el grupo armado tomó represalias contra el Estado por la extradición de Dairo Antonio Úsuga (Otoniel) uno de sus cabecillas y a su vez, mostró el poder que tiene en gran parte del territorio colombiano, tal como sucedió meses atrás, cuando estableció un paro armado nacional.  

La muerte de los policías puso en vilo al gobierno de Duque; a pesar de sus esfuerzos por desmantelar el Clan le ha sido imposible cumplir la tarea, ya que, según y la misma Policía, tienen alrededor de seis mil integrantes, mientras que el medio La Silla Vacía refiere quecontrata otros grupos armados para dominar territorios a los que se les dificulta trasladarse. Ahora, a pesar de ser los herederos del paramilitarismo, enmarcarlos en esta ideología es bastante complejo; no solo por los enfrentamientos con la policía sino porque entre sus objetivos también está el tráfico de drogas, el cual va más allá del financiamiento de sus acciones. 

Pese a estos eventos, Gustavo Petro ha respondido positivamente el mensaje y esta dispuesto a instalar una mesa que finalice con las acciones criminales de este grupo. El presidente es consciente del fracaso de la guerra frontal contra el narcotráfico; los desmantelamientos, castigos y destrucción de laboratorios no fueron suficientes para terminar con él y la violencia que deriva, de ahí su llamado a repensar esta lucha. Pero también sabe que las características del Clan del Golfo no permiten brindarle un trato político, lo que no quiere decir que cierre la puerta a una negociación en el marco de lo jurídico.

Establecer una salida negociada al problema con este grupo es posible, siempre y cuando ambos lados de la mesa se comprometan y cumplan sus mandatos. En primer lugar, el Clan debe abandonar las armas, en segundo, entregar las rutas y cultivos de drogas y finalmente enfrentar la justicia. Precisamente, este último punto es el que genera más polémica, por eso es necesario aclararlo. Desde las negociaciones de La Habana se ha vendido un discurso de impunidad y premiación a la delincuencia, especialmente por la llegada al congreso de los desmovilizados. Algunos sectores políticos han expresado que con el Clan del Golfo pasará algo similar, un hecho totalmente falso; según el presidente si habrá un sometimiento jurídico, aunque no será el mismo de narcotraficantes capturados. A los integrantes de este grupo se les brindarán los beneficios que permita la jurisprudencia colombiana y aquellos que resulten del diálogo. En este caso, si pagarán sus crímenes, queda saber bajo qué condiciones.

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