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Los tres peces icónicos de Providencia que no padecieron por los estragos de Iota

En los estuarios y aguas salobres y dulces de Providencia, el Instituto Humboldt y otros científicos han encontrado 16 especies de peces, representantes de la biodiversidad colombiana que hoy los expertos temían que estuvieran dentro de los recursos naturales más afectados por del paso del huracán Iota.

En los recorridos y reconocimientos en campo de la expedición Cangrejo Negro, Carlos Lasso, investigador del programa de ciencias de la biodiversidad del Instituto Humboldt y gran conocedor de los peces en Colombia, se encontró con un panorama esperanzador y positivo para tres especies icónicas y emblemáticas de Providencia.

En la zona de bahía de Manzanillo o Manzanillo Beach, donde el Humboldt viene trabajando desde 2011 en el estudio de la biodiversidad, Lasso registró varios individuos de las especies Poecilia sp, Gambusia aestiputeus y Microphis sp, justo en los arroyos que bajan de la montaña y desembocan en el océano Atlántico, ecosistemas que los raizales llaman gullies, y en las áreas de manglar.

“Estas especies son indicadoras de la salud e integridad de los ecosistemas acuáticos como los arroyos y las formaciones de manglar. Por eso, para los investigadores y la población de la isla son peces icónicos y de suma importancia”, dijo Lasso.

Poecilia sp o guppy es un pez pequeño con tamaños entre los cuatro y cinco centímetros. Según el investigador, es un pez que puede vivir tanto en cuerpos hídricos bien conservados, manglares e incluso aguas negras y contaminadas. “Es una especie que se adapta mucho a los cambios de los ecosistemas”.

Este guppy aguanta condiciones bastante extremas. Es un pez vivíparo que está tanto en zonas muy intervenidas como áreas completamente naturales. “Un español casado con una colombiana y que vive en Providencia desde hace 20 años, ha sembrado a esta especie en las cisternas para que se coma las larvas de los mosquitos. Es un controlador biológico excelente”, revela Lasso.

En la isla, los raizales lo llaman molly o piponcito. “Aún no sabemos si esta Poecilia de Providencia es diferente a la que habita en las Antillas y la costa Caribe de Colombia y Venezuela. En algún momento se le llamó Poecilia vetipronvidentiae, cuando fue descrita por el científico Thomas Fowler en 1939. Sin embargo, aún no está corroborado que se trate de una especie endémica del archipiélago”.

Gambusia aestiputeus, una especie amenazada, también fue registrada en los gullies de la bahía de Manzanillo. Este pez está categorizado como vulnerable a la extinción en el Libro Rojo de los peces marinos en Colombia, y es un indicador que se encuentra en ambientes salobre, estuarino, manglares y aguas dulces.

“La tercera especie que registramos en lo que llevamos de la expedición es Microphis sp, un pez familiar al caballito de mar. Encontrar a estas especies icónicas después del paso del huracán Iota nos permite evidenciar de manera preliminar el buen estado de las poblaciones”, afirma Lasso.

El experto concluye que las comunidades de peces que habitan en pequeños arroyos o quebradas se recuperan más rápido. “Son bastante resilientes porque son especies que desde el origen de la isla están adaptadas a los cambios catastróficos como el de los huracanes”.

La biota acuática también se puede adaptar en menor tiempo. “Desde que apareció la isla, hace miles de millones de años, probablemente las primeras plantas se adaptaron a condiciones cambiantes como los huracanes, algo que no sucede con las especies de plantas que son introducidas”.

Estragos del hombre

En Providencia, el Instituto Humboldt toma los datos de presencia o ausencia de los peces, al igual que muestras de los tejidos para realizar análisis moleculares de ADN y así compararlos con las poblaciones costeras del continente.

“En las diferentes estaciones de muestreo aplicamos el Índice de disponibilidad ambiental, en donde cruzamos la heterogeneidad, variaciones de microhábitats, estado de las coberturas vegetales o forestales como el manglar y bosque seco y datos sobre las especies”, informó Lasso.

Dicho índice también incluye variables negativas en los ecosistemas, como la sedimentación o el taponamiento que puede causar el efecto de un huracán, además de las actividades realizadas por el hombre.

“Lo que hemos evidenciado hasta ahora es que el huracán sí tuvo una incidencia negativa en algunos ecosistemas, pero las poblaciones de peces se mantienen en resistencia. Sin embargo, el gran problema histórico en la isla, que sigue imperando desde hace más de 10 años, es el efecto antrópico generado por el hombre”, precisó el investigador del Humboldt.

Entre 2011 y 2013, el instituto diseñó los índices de intervención antrópica en Providencia, conformado por siete variables como construcciones, diques, represas, contaminación con aguas negras, balnearios, usos turísticos y presencia de basuras.  “Esto nos revela que luego de 10 años el impacto ambiental generado por las actividades antrópicas en Providencia sigue en aumento”.

Bottom House, una zona con formaciones de manglar ubicada detrás de la montaña Manzanillo, no sufrió mucho por los embates del huracán Iota. Un remanso de bosque seco quedó intacto y es el mejor conservado, y los cuerpos de agua no se vieron tan impactados.

“Los cuerpos de agua son más resilientes y resistentes a fenómenos como un huracán debido al continuo flujo de agua dulce y salada, el viento y los cambios en la marea. Las comunidades de peces están muy bien adaptadas a esos cambios”, indica Lasso.

Sin embargo, en Bottom House el investigador encontró una alta proliferación de basura en las zonas de manglar, al igual que aguas negras provenientes de sitios como marraneras. “Estamos analizando la disponibilidad de hábitats, es decir si el espejo de agua se ha taponado o sedimentado por el huracán. Pero es evidente que el problema recurrente es la contaminación producto de aguas orgánicas o negras de las viviendas”.

Hoy, investigadores del Humboldt visitaron la zona de Lazy Hill, que alberga un arroyo con un flujo de agua importante. “Este ecosistema no cuenta con mayores afectaciones, contrario a lo que ocurre es los sectores de Bottom House y Old Town por las actividades del hombre. Hay que ayudar a que el agua fluya en los arroyos, ya que entre el 80 y 90 por ciento de las especies de peces migran desde las aguas dulces hacia el mar y viceversa”, puntualiza Lasso.

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