Opinión

Los muertos que deleitan

Por Oscar Adrián Giraldo

Durante el gobierno de Iván Duque asesinaron a 957 líderes sociales y ocurrieron 313 masacres. Sí, aunque lo nieguen, Caldas también aportó a esta espeluznante cifra frente a la que muchos (autoridades, políticos de la ultraderecha, líderes de opinión y población) se hicieron los de la vista gorda.

Pero no son masacres según los que mandan y se trata de homicidios colectivos, término acuñado por el gobierno de Juan Manuel Santos para suavizar lo que representa un violento fenómeno que ha acompañado a Colombia durante su historia moderna y cavernícola.

Y desde que Gustavo Petro llegó a la presidencia de Colombia ya se han cometido 20, sin haber cumplido un mes de su mandato. Pero brincaron los que antes callaban y de manera socarrona critican al presidente porque Francia Márquez, su vicepresidenta, habló de vivir sabroso.

Ellos no tienen en cuenta que acaba de salir un gobierno al que apoyaron que destrozó el proceso de paz, que no cumplió con los acuerdos, olvidó a los desmovilizados y dejó sin protección a quienes pretenden recuperar la tranquilidad, a punta de labor social y sin apoyo, de sus territorios.

Si un ladrón, terrorista, narcotraficante o extorsionista muere bajo las balas de la fuerza pública o lo capturan, predecible e inmediatamente dicen que se trata de un líder social menos. ¿Pero quienes lo dicen? Los mismos cómodos que viven en la ciudad, rodeados de todas las comodidades o aquellos lamesuelas explotados que están lejos de conocer la Colombia Profunda.

Cobardemente, y como suele ocurrir con los delincuentes de grupos narcoterroristas, asesinaron la semana pasada a siete policías, tres de ellos bachilleres (de servicio obligatorio), y no contentos con hacer estallar una bomba, los remataron a disparos.

Por ellos abundaron los homenajes, el rechazo y las palabras de dolor, que debe ser lo lógico con todas las víctimas de los criminales. Y nuevamente rezongaron los mismos, que es culpa de este gobierno, que esta es la paz que nos prometieron.

La doble moral del colombiano alcanza niveles inimaginables. Unos callan cuando las muertes son de personas a las que consideran ajenas a su diario vivir, las que les parecen simpatizantes de la guerrilla, gracias a su infumable desconocimiento de las cosas, y felices publican en sus redes los listones negros por la muerte de los uniformados como si realmente les doliera. Mero show.

Otros aplauden que mueran policías porque les parecen malos. Una cosa es que sean reprochables las agresiones y el mal proceder de muchos, y otra disfrutar con el dolor ajeno. A demasiados hombres y mujeres de la institución conozco y son de una conducta intachable, ejemplo que pocos podrán ser capaces de seguir. Si queremos paz, no nos podemos comportar como los demás.

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