Opinión

Las Víctimas de la Reforma

Por Diego Armando Cárdenas Rendón

No es fácil escoger un tema entre todo lo que ocurre en el país, primero porque son demasiados y segundo porque, si bien hay mucho que decir, no siempre se logra encontrar la jerga adecuada para exponer, explicar y opinar. Esto me hacía sentir excluido del tema de la salud, pero, teniendo en cuenta lo ocurrido por estos días, ahora siento la necesidad de hablar al respecto. Con la poca profundidad de un ciudadano común pero preocupado por la vida, porque eso es lo que está en juego en esta reforma: la vida de la nación.

La salud de Colombia ha sido un desastre los últimos treinta años y aunque suene a frase de cajón, hay demasiadas evidencias que lo demuestran. Tanto, que me atrevería a decir que cada colombiano se considera víctima del sistema; desde los que tienen costosos planes de salud prepagada, hasta quienes pertenecen al régimen subsidiado; desde quienes esperan citas con especialistas seis meses o más hasta quienes solo acuden a urgencias; en términos coloquiales: la salud cojea por todos lados.

Bajo este panorama urge un cambio, un nuevo sistema que no solo piense en cobertura sino que realmente funcione, para que los ciudadanos dejen de morir en puertas de hospitales, en aceras y para que la salud se convierta en lo que realmente es; un derecho fundamental.

El gobierno de Petro planeaba presentar el proyecto de ley de esta reforma al congreso, sin embargo, causó revuelo en la política nacional antes de que eso pasara. El oficialismo, la oposición y administradores del sistema de salud nacional sentaron voz de protesta, algo difícil de entender por varias razones.

Según el oficialismo, el proyecto de ley tiene vacíos en el aspecto presupuestal, pues no se sabe de dónde saldrá la plata para mantener el nuevo sistema en caso de aprobarse; ni el presidente ni la ministra de salud lo han aclarado. Los administradores de las EPS protestaron porque la reforma las elimina. Mientras que la oposición si rompió todos los límites de la desfachatez, pues para ellos, el sistema de salud actual tiene unas leves “debilidades” que se pueden mejorar sin necesidad de cambiar el sistema y “cuenta con una gran cobertura en el territorio nacional”. Me quiero detener en esto para mencionar un par de cosas. Primero, ¿por qué apenas reconocer las “debilidades” de un sistema que en estos 30 años ha enterrado cientos de colombianos? ¿Por qué no pensaron en “mejorarlo” cuando estaban en el poder? Sencillo, si la izquierda lo hace es malo pero si la derecha lo hace es bueno.

Es increíble que después de todo lo ocurrido en Colombia ahora las propuestas de cambio encuentren tantos obstáculos. El presupuesto de la salud que termina en manos criminales, las EPS se quiebran por su mala administración, por corrupción y por un Estado indolente, los hospitales públicos se cierran y los centros de salud apenas cubren pequeños segmentos poblacionales y de manera precaria por la poca inversión oficial.

Ahora, que se propone un cambio real, los políticos tradicionales afirman que el sistema de salud de Colombia es uno de los mejores del mundo. Como si la falta de atención médica no acelerara la muerte de los usuarios en lugar de prevenirla o como si el trato de los funcionarios de las EPS e IPS fuera lo suficientemente cordial con los pacientes para que se sintieran emocionalmente tranquilos cada vez que acuden al médico. Si eso sucede ahora con un tema tan delicado, es imposible imaginarse lo que dirán la derecha y ultraderecha colombianas con las demás reformas que tiene preparadas el gobierno de turno. Entre tanto, son los ciudadanos los que quedan en medio, son las mayores víctimas del sistema; con los temores por las nubes sin saber que pasará con su futuro o con impresiones de que el acceso a los servicios básicos en salud será cada vez más difícil y costoso

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