Por Diego Armando Cárdenas Rendón
Exigir respeto y protección de derechos a empresas multinacionales es aún más difícil que pelear contra cíclopes; aquellos seres míticos, gigantes de un solo ojo que se alimentaban con humanos sin ninguna consecuencia. Cuenta el poeta Homero que Odiseo fue capaz de derrotar uno de ellos, Polifemo. Con ayuda de sus compañeros de viaje, el héroe ideó todo un plan en el que lo embriagó, le enterró una estaca en el ojo para escapar de la isla y evitar que el cíclope lo devorara, aunque perdió varios de sus amigos. Igual de grande que Polifemo es la empresa Movistar y también tiene un solo ojo para descubrir la manera de generar ganancias a costa de la integridad de los ciudadanos.
No tengo ningún servicio contratado con esta empresa y aún así he tenido que soportar sus malos tratos virtuales y presenciales. La conducta agresiva de sus empleados es política empresarial, no tienen disposición de escucha, suben el tono de la voz y son bastante insistentes al punto de obligar al posible cliente a acceder al servicio. Cualquiera pierde los estribos ante tanto acoso.
El pasado 12 de septiembre recibí una llamada; una asesora de Movistar me ofrecía un plan, con el que me vería “bastante beneficiado”. Desde el primer momento me negué a comprarlo, pero la asesora expresaba -con un tono agresivo- que yo si estaba interesado ya que permanecía en línea. Luego de ello entablé quejas formales por las redes sociales solicitando la grabación de la llamada como prueba del mal servicio que prestan, pero la respuesta fue siempre la misma, debo proporcionar mi número de cédula. La atención en las oficinas de servicio al cliente es igual, agresividad y condiciones innecesarias a la hora de atender.
Aquí viene la pregunta: ¿Pueden las empresas exigir el número de documento a alguien que no tiene ningún servicio contratado con ellas? Bien es cierto que hay ocasiones en las que es necesario identificarse, pero no considero que esta sea una de ellas; además, las empresas de servicios públicos son eso, empresas y no autoridad, pero Movistar no lo tiene claro y eso es preocupante.
El documento de identidad es público, lo que no quiere decir que uno como ciudadano lo tenga que exhibir a criterio de terceros. Lo es, en la medida en que las autoridades; policías, jueces o fiscales estén en obligación de comprobar la identidad en determinadas situaciones. De igual manera es necesario presentarlo en casos de contrataciones o negocios que tengan implicaciones legales; pero entre la empresa Movistar y el autor de esta columna no hay ninguna obligación jurídica o comercial, de allí la negativa a otorgar mi número de cédula.
Han pasado dos semanas desde el evento y a pesar de las constantes comunicaciones con Movistar siguen apropiados de su falso papel de autoridad y no entregan la grabación de la llamada, es la voz del autor la que está en dicha grabación, hecho suficiente para que brinden acceso a ella y se puede identificar con el número del celular, ya lo tienen.
No habrá otro remedio que ceder ante este cíclope, no poseo la astucia de Odiseo y si, fuertes principios morales que me impiden embriagar la empresa para convencerlos que me entreguen la grabación. Además, deben estar seguros que soy yo el directamente implicado en el asunto, aunque eso se podría comprobar de la manera mencionada anteriormente, pues durante la llamada no proporcioné mi número de identificación, así que, sigo sin entender las razones de tal exigencia.
¿Hasta que punto, por excusas de identificación, pueden las empresas manipular nuestros datos personales? ¿Qué tanto permitimos que lo hagan? Son las preguntas que quedan después de la experiencia. Muchos dirán que formé una tormenta en un vaso de agua, pues en Colombia existe el Habeas Data, figura jurídica que permite hacer reclamaciones relacionadas al manejo de los datos personales. Pero si el trato del cíclope hacia este simple mortal hubiera sido amable; el mito que estuviera contando hoy sería otro.
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