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Conozca la historia de una psicóloga que su mayor sueño era pertenecer al Ejército Nacional

Ingresar al Ejército Nacional, como profesional en Psicología, es enfrentarse a la realidad anónima de nuestros hombres de armadura de acero y corazón frágil como el de cualquier ser humano, esta es la batalla más dura que libra cada día la Mayor Adriana Giraldo Giraldo, quien, con su imponente presencia y gracia femenina, porta orgullosa su uniforme, segura de haber optado por ser el límite entre la duda y el abismo.

Adriana hija de Álvaro Giraldo Franco y María Florencia Giraldo Ramírez, es la menor de sus cuatro hijos, creció en el municipio de Aranzazu, de donde migró al terminar su bachillerato en el Colegio Pio XI en el que, además se formaba bajo la rigurosa disciplina impartida por su padre, quien era rector del colegio. posteriormente ingresó a la Universidad de Manizales a estudiar Psicología, llevando consigo un carácter muy bien formado y del que su hermano mayor, en ese entonces Mayor activo de las Fuerzas Militares, era su mentor, su ejemplo militar fue la piedra angular sobre la que edificó su sueño de hacerse Oficial del Ejército.

«El Ejército ha sostenido mi vida y ha marcado un hito en la historia de mi familia, en esta institución he vivido los días más felices de mi vida, entre ellos, encontrar a mi compañero de vida, vocación y servicio y lo que es más importante aún, al padre de mi amada hija de 12 años, pero también fue testigo, el Ejército, del dolor más grande de mi vida, la temprana partida de mi santa madre, quien fue a la Casa del Padre satisfecha del deber cumplido y orgullosa de verme convertida en Profesional Militar, esposa y madre. Llevo sobre mis hombros con especial amor, entrega y vocación de servicio los títulos de Psicóloga y Mayor del Glorioso Ejército Nacional, actualmente en el cargo de directora del Dispensario del Batallón Ayacucho, donde el Estado Mayor de la Unidad, a bien tuvo designar mis buenos oficios para escribir un capítulo más de mi vida profesional y militar y ser profeta en mi tierra, el honor más grande que hayan podido concederme en tiempos tan difíciles para la humanidad.

Hoy 7 de agosto, levanto mi voz y celebro la gran fortuna de pertenecer a esta familia Ejército Nacional siendo los soldados y sus familias aporreados por la guerra, el reto más grande que tengo, cada día hago mi mejor esfuerzo por liberar sus emociones del yugo emocional de enfrentar la muerte y debatirse entre la distancia y la ausencia de sus seres amados, siendo éste mi aporte profesional al engrandecimiento de La Patria desde una Institución que representa 211 años de historia, lucha, sudor y lágrimas.

Creo firmemente en el valor de las buenas causas, en la redención y cada día lo veo desde mi Institución y la gente que me rodea, encontrar en cada uno de los soldados un mundo, es abrazar la historia y construir un puente entre la sociedad y la Institucionalidad por estos días tan golpeada por el irrespeto a las diferencias, allí radica la esencia de la vocación, en sabernos una sola familia con el apellido Colombiano que al debatirse entre uno y otro origen cultural y religioso nos recuerda la indeclinable misión de honrar la Patria desde nuestra entrega. Son incontables las anécdotas, que enmarcan la cotidianidad de la Mayor Giraldo y como ella misma lo dice, “uno no olvida las conversaciones con los soldados, son verdaderos humanos en todas sus dimensiones”, en cada uno de ellos está Colombia, la lucha de estos jóvenes por construir el País que quieren dejar a futuras generaciones.

Por eso cuando el Deber antes que vida, me permite retornar al hogar que al compás de la milicia construyo día a día, abrazar a mi hija es la recompensa a mi agotadora jornada, sí que dan cuenta de lo que esconde mi alma de guerrera e incansable luchadora y convencida de que mañana el sol saldrá nuevamente y habrá luz y calor para todos, sobre esta esperanza puedo decir a todos los jóvenes de Colombia, acá estamos esperando para seguir avanzando en la historia.

¡Y cómo olvidar a los cientos de soldados que hoy tienen condición de discapacidad por defender a Colombia, exclama con la nostalgia a flor de piel La Mayor Giraldo! Ellos sí que han sido un motor en mi vida profesional, de ellos he aprendido que existen miles de razones para seguir construyendo, que somos una familia que no se destruye ni con la muerte, que la debilidad se asusta cuando tiene frente a ella a un Soldado Colombiano, porque donde hay un Soldado hay esperanza y donde hay esperanza la vida continua.

“Ser psicóloga en el Ejército Nacional, me ha permitido más que conectar con las personas dese su rol de soldados y miembros de la fuerza, conectar desde cada uno de ellos como personas», son las palabras de Adriana quien ha sabido ser profeta en su tierra, mujer delicada y de imponente presencia, es la misma hija, hermana cariñosa, estudiante, profesional, militar, esposa y madre que vestida de militar entrega lo mejor de su vida a quienes tienen la fortuna de cruzársela en el camino.

BC Noticias

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