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Bienestar animal evitaría pandemias

Cuando a los animales, tanto de granja como silvestres, no se les garantiza esta condición se estresan, inmunodeprimen y sus patógenos se expresan, además de mutar o buscar hospederos nuevos y dar origen a grandes brotes infecciosos, lo que se constituye en un caldo de cultivo bastante grave para los humanos.

Así lo advierte Claudia Brieva, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien agrega que esta situación se da especialmente en los mercados de fauna silvestre, como el de Wuhan (China), en el cual se cree se originó el primer caso de SARS-CoV-2.

Según la docente, esto se constituye en el caldo de cultivo perfecto para la generación de pandemias, pues lugares así reúnen todos los factores de riesgo para la transmisión de enfermedades: mezcla de especies en hacinamiento, animales estresados, contacto con secreciones y excreciones y el desconocimiento de las medidas mínimas de bioseguridad, higiene básica y bienestar de los animales en venta.

“El riesgo es mayor en China y el sudeste asiático, ya que no solo venden los animales vivos, sino que los matan delante del cliente, además de mezclar especies domésticas y silvestres, algo peligroso por el posible salto de patógenos entre especies, más si se usan algunas de alto riesgo como los murciélagos, los cuales tienen gran cantidad de virus”, asegura la profesora Brieva.

No obstante, esta no es una situación exclusiva en estos países, la docente señala que en América Latina también existen mercados ilegales de fauna silvestre, como el famoso Mercado de Belén en Iquitos (Perú), en el que se venden animales silvestres como mascotas y carne de monte, o la plaza de mercado del Barrio Restrepo en Bogotá, en la cual se han incautado animales silvestres que esperaban ser vendidos.

Incluso con una menor variedad de especies involucradas, en comparación con los mercados asiáticos y sin sacrificios en la plaza, los escenarios latinoamericanos también suelen tener condiciones graves que representan un alto riesgo, como la venta de productos alimenticios o comida preparada junto a la de animales silvestres.

Así mismo existen otras problemáticas que forman parte del desbalance en el bienestar de ecosistemas ocasionado por la actividad humana como: el tráfico de fauna silvestre, el consumo de carne de monte, como la de grandes simios en África –una práctica de la cual surgió el VIH por la mutación del virus de inmunodeficiencia de estos primates-, la deforestación para ampliar la frontera agrícola, que irrumpe en los hábitats de los animales silvestres, y la contaminación, la cual afecta el sistema inmune de todos los seres vivos.

“La salud del bienestar animal, humano y ecosistémico está relacionada de manera que si alguno se ve afectado se generan efectos negativos sobre los demás, como la aparición de enfermedades infecciosas, entre ellas el COVID-19, que son causadas por virus propios de animales silvestres que encuentran nuevos hospederos”, subraya la investigadora.

One Health, una sola salud

A raíz de estas problemáticas para enfrentar el reto de las enfermedades zoonóticas, la aproximación convencional de salud tanto humana como animal comienza a quedarse corta, pues deja de lado las conexiones con el ambiente y el bienestar de los seres vivos.

Por esto, en las últimas décadas ha surgido el concepto de One Health, un esfuerzo colaborativo y con la misma importancia entre médicos humanos y veterinarios, el cual trabaja en varios niveles para lograr la buena salud de las personas, los animales y el medio ambiente.

“No siempre la presencia de un microorganismo significa enfermedad, pues algunos han coevolucionado con sus hospederos sin ocasionarles daño, mientras otros sí se pueden patogenizar o hacerlo en otras especies en particular, como el SARS-CoV-2”, explica la profesora Brieva, quien participó de una serie de conversatorios organizados por el grupo internacional de veterinarios Quasar One Health.

Por último, señala que de los 1.415 microorganismos conocidos que afectan a las personas, el 61 % es simultáneo con los animales silvestres, lo cual corresponde a más de 100 enfermedades compartidas.

Foto: Cortesía Universidad Nacional

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