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Alejandro Castaño, comandante por un día del Batallón Ayacucho en Caldas

La historia de la humanidad ha cambiado, son tiempos diferentes que se acercan al final y quien mejor para hablar de final que, un aguerrido soldado que se debate entre la vida y la muerte, combatiendo con un enemigo, a veces silencioso y austero, pero que no acaba con la esperanza de agradecer con cada acto y de darle más valor al valor con que se construye la vida.

Alejandro nueve letras, un nombre que pareciera común, un nombre que obliga a evocar al legendario Alejandro Magno y su conquista, el mismo nombre del invitado de honor al Batallón de Infantería N.°22 Batalla de Ayacucho, pero él es Alejandro de Villamaría, Caldas, quien siempre que cuenta su historia deja una lección de vida para cumplir los sueños.

Alejandro llega a la historia del Ejército Nacional, a salvar vidas para contar, desde sus logros que, si se puede, que todo es posible desde el amor, que la valentía es el bálsamo del que se vive a otro ritmo y que no se camina en la oscuridad cuando se avanza con la luz de la esperanza. En la cotidianidad de los soldados, entre historias, logros y fracasos, la historia de Alejandro se presenta con tal contundencia, para llenar el Batallón de valor y fuerza y a cada uno de los hombres y mujeres que lo integran.

Alejandro Castaño Jiménez, apenas nacía y ya estaba desafiando a la ciencia con un diagnóstico poco alentador, Parálisis Cerebral, los médicos pronosticaron que su vida sería corta y que, además de eso, no podría caminar y hablar, a lo que se sumó que su mamá, Paola Andrea Jiménez, falleciera un año después, quedando en manos de Leidy Marcela Jiménez Saldarriaga, quien, a sus nueve años, fue postulada para ser la mamá, una misión del tamaño de su corazón.

Y ¿cómo ser madre a los nueve? Ella era capaz de todo, hasta de sacar adelante a Alejandro. Con música, equinoterapia, paseos y su fe en Dios, fue afirmando su recuperación.

A través de los años, Alejandro empezó a identificar la motivación de ser soldado, buscando la manera de llegar a la Unidad militar emblemática de Caldas, así fue como llegó y el personal del Batallón Ayacucho se sumó, a esa serie de milagros que suceden en la vida de este joven que, a sus 18 años, con voz lenta y corazón acelerado celebra, como un triunfo poder hacer realidad, el anhelo de vestir un uniforme pixelado y sentir el agite de la vida militar.

El Batallón insignia de la Infantería colombiana, haciendo gala de la humanidad, en la búsqueda de cumplir el sueño de Alejandro de ser reconocido como soldado de la Patria, decide concederle el honor de encarnar el arrojo de un hombre pixelado, aquellos que después de librar mil batallas y salir victorioso de ellas, llegan a comandar sus hombres.

Es así como Alejandro, con su devoción, amor propio y las ganas de darle vida a su vida, logra comandar las tropas del Batallón Ayacucho, por un día, lo que con una sonrisa en la cara lo llenó de satisfacción.

Con carcajadas y caminando con el ímpetu de un guerrero que lo aferra a sus sueños, entrega al Ejército Nacional una gran recompensa, un invitado de honor como lo es Alejandro, permanecerá en la memoria y en los corazones, de quienes trabajan a diario por mantener la seguridad en los 27 municipios del departamento de Caldas.

«Los personajes caldenses parecen salidos de una tierra como Macondo, un Macondo más laborioso, más mágico e insospechado, donde se potencializa la misión de los soldados y se mueve el alma, entre las montañas se reafirma el legado para inspirar con el desarrollo de la misión.

Gracias caldenses por animarnos a seguir construyendo patria desde otras realidades, creyendo que entre todos podemos construir un mundo posible; gracias por permitirnos seguir agregando valor a sus historias, pero, sobre todo, gracias por confiar y compartir este sueño con nosotros», expresóel Teniente coronel Eduard MauricioDelgadoHernández, comandantedelBatallón Ayacucho.

Alejandro compartió con cada uno de los soldados, conoció de cerca las capacidades del Ejército y reconoció la vocación de servicio y amor por los caldenses, entendió la razón del lema “Fe en la causa”, el orgullo por la entrega y el sacrificio de los Oficiales, Suboficiales y Soldados que conduce siempre a la gloria.

Adicionalmente, Alejandro en su día como Soldado, como Comandante, tuvo el honor de ser condecorado por alcalde de su pueblo natal, Villamaría; Andrés Aristizábal Parra, quien a nombre de los villamarianos, reconoció en este joven el valor, la entrega y la motivación que genera a nuevas generaciones.

Por su parte el SENA creó una ruta integral de atención académica e incorporación a la vida laboral productiva, especialmente para que Alejandro pueda estudiar y seguir siendo ejemplo en su tierra.

“Gracias Alejandro por concedernos el honor de tenerte en nuestras filas por un día y en nuestros corazones por toda la eternidad.” Concluyó Delgado Hernández

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