Opinión: La reforma a la tutela

Columna de opinión: Christian Pérez

Al enterarme de la noticia de la reforma a la tutela que quiere promover el Presidente de la República Juan Manuel Santos, en primer momento y sin aún conocer los detalles de la propuesta, alcance a preocuparme frente a la posibilidad de que eventualmente se tratara de una nueva intentona para recortarle poder a este importante instrumento de defensa de los derechos fundamentales de los ciudadanos, habida cuenta que en otras oportunidades se ha propuesto colocarle límites a la tutela frente a la protección de derechos, por razones de sostenibilidad  fiscal de cara a los costos que genera el reconocimiento de derechos para quienes acuden a ella para el Estado Colombiano.

No obstante al conocer el detalle de lo que quiere hacer Santos, se puede encontrar que no se trata en esencia de una verdadera reforma a este importantísimo instrumento judicial constitucional, sino más bien en cuanto a la repartición del estudio de las mismas por parte de las Altas Cortes, este según el mandatario nacional, para efectos de ayudar a la descongestión judicial.

Pese a lo anterior es necesario señalar que en realidad la propuesta del Gobierno, no se traduce en una disminución de la congestión judicial por la vía de la tutela, sino más bien se trata del traslado de esta congestión a los juzgados de circuito y los tribunales superiores y administrativos que operan en los diferentes distritos judiciales; en esencia es quitarle el peso del conocimiento de una gran cantidad de tutelas a la Altas Cortes, para que el mismo sea asumido por operarios judiciales de inferior jerarquía.

Es importante señalar que la congestión judicial por la vía de la presentación masiva de acciones de tutela por parte de los colombianos, se debe en parte a lo que el académico Esteban Restrepo apuntaba en uno de sus artículos «La Constitucionalización de la Vida Cotidiana», lo cual ha de entenderse como esa apropiación por parte de la ciudadanía del discurso constitucional, mediante la cual retoman a partes de sentencias emblemáticas o del texto constitucional para reclamar sus derechos; en este escenario sin lugar a dudas salta la tutela como protagonista de primer orden.

La tutela se ha convertido en una especie de «Angel de la Guarda» para quienes ven amenazados sus derechos más preciados. Miles han sido los ciudadanos que hemos visto nuestros derechos salvaguardados y protegidos a través de la tutela frente a casos tan variopintos como la negación de entrega de medicamentos o citas médicas (derecho a la salud), el no pago de incapacidades médicas (derecho al mínimo vital), la expulsión injusta de colegios o universidades (derecho al libre desarrollo de la personalidad, a la educación o libre escogencia de profesión u oficio), atropellos en razón de su condición sexual, religiosa económica (derecho al libre desarrollo de la personalidad o libertad de cultos, etc).

Sin embargo es muy necesario considerar que el hecho de que las personas acudan tan masivamente a la tutela, y la consecuente congestión judicial que ello conlleva, no es siquiera un problema en el diseño de esta acción constitucional, sino mas bien la evidencia de un Estado que no logra satisfacer suficientemente los derechos fundamentales de sus asociados.

El hecho por ejemplo, de que en Colombia se presenten al año mas de 150.000 tutelas por parte de usuarios del sistema de salud para recibir cualquier tipo de atención, es el resultado de la ineficiencia del Estado para poder hacer frente a las demandas ciudadanas frente a la satisfacción de un derecho tan sustancial como la salud.

En conclusión, vale la pena que el Señor Presidente de la República actual, y los venideros, tengan presente que la mejor forma de descongestionar los despachos judiciales mediante la presentación de menos tutelas, es precisamente diseñando políticas públicas que satisfagan los derechos fundamentales de los colombianos, y por esta vía la presentación de una tutela se convierta en un asunto circunstancial o anecdótico en la vida de los ciudadanos, y no en permanente y cotidiano como hoy lo es.

 

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