Opinión: La Paz de Colombia me da risa y rencor

Opinión por Chucho:

Algún sin vergüenza amigo y colega me envió un mensaje en mis redes sociales con un emotivo mensaje hablando de “la paz de Colombia”, esa que un caldense (Humberto De La Calle) negocio en Cuba y que yo pongo entre comillas, porque de mi boca es imposible que esa frase salga con la convicción de que este país está en paz. El mensaje me dio risa y me enervó.

Yo no puedo darle estatus de paz a una nación en la que se mueren de hambre los niños en La Guajira y en otras decenas de regiones. Tampoco a un territorio en el que niños, jóvenes y ancianos se mueren esperando una cita con especialistas, un tratamiento esencial o la entrega de un medicamento vital.

Para no ir muy lejos en el Eje Cafetero los niños (el presente y el futuro de este país) enfermos con cáncer no tienen asistencia oncológica. Varias Entidades Promotoras de Salud (EPS) no tienen convenios o contratos para brindar esa atención fundamental.

Dígame usted cómo puede haber paz en un país dónde los magistrados de las altas cortes, los máximos estamentos de la justicia colombiana, están negociando fallos judiciales. Cuándo por unos pesos se definen condenas o absoluciones.

A una mano de zánganos se les llena la boca decir que estamos en paz. Sacan pecho hablando de la evidente caída vertiginosa de las cifras de muertes por culpa del conflicto, pero ni mencionan el aumento (y muchísimo) de los cultivos de cocaína en Colombia. En Google puede confirmar la reducción de las muertes y el aumento exagerado de la coca.

Hablar de paz cuándo no hay reparación a las víctimas, cuándo los actores del conflicto no podrán ser procesados por la justicia ordinaria, porque piden acogerse a la Justicia Especial para La Paz (JEP) lo cual les permite seguir muy orondos en las calles, sin persecución y en plena libertad, pese a que asesinaron, secuestraron, generaron terror, volaron oleoductos, pusieron bombas o protagonizaron ejecuciones extrajudiciales, esas que llamaban antes falsos positivos. De verdad que suena ridículo

Hablar de paz cuándo uno escucha a Pastor Alape, miembro del secretariado, diciendo que las Farc nunca cometió masacres. Eso me da una risa irónica, pero a la vez mucho asco. Seguro la bomba del Nogal, El atentado en Bojaya,  el collar bomba y otros miles de casos atroces que dejaron cientos de muertos, pero que para el respetable exintegrante de las Farc y ahora honorable ciudadano, no fueron masacres. Infame.

Cómo hablar de paz en un país que tiene un salario mínimo que no parece más una limosna que un salario. No compensa en nada el esfuerzo mensual de un obrero colombiano y mucho menos le da calidad de vida.

Cómo explicarle a un colombiano de a pie que mientras él se gana esa miseria mínima y que paga impuestos hasta por asomarse a la ventana, un guerrillero recibirá unidades productivas, mensualidades que superan en cerca de un millón de pesos su sueldito. ¡Ah claro ya sé cómo. Con la frase que una periodista de la W Radio, una tal Johana me respondió hace unas semanas cuando le dije de un tema de impunidad y la JEP ¡“Querido ese es uno de los sapos que nos toca tragarnos para lograr la paz”!.

Para finalizar. Cómo vamos a hablar de paz si en este país hasta el presidente está envuelto en el escabroso caso de Odebrecht.

En Colombia no estamos en paz. Estamos en un periodo de transición, donde la lucha de las Farc se está legalizando. Pasando del monte al escenario político. Si llegan al poder nos someterán al socialismo, un sistema de gobierno que no vale la pena ni explicar ni calificar, basta con poner de ejemplo a Cuba y a Venezuela.

Si las Farc no llegan y seguimos con los mismos criminales políticos en el poder, pues igual vamos a seguir camino al fracaso y a una crisis insostenible que no desatará en una guerra causada por el hambre, la falta de oportunidades y la ausencia del estado en la salud, la educación y en mil campos más.

Obviamente no estamos en paz. Estamos ad portas de un escenario fatídico.

*Esta columna representa el pensamiento del columnista,  y no la del medio.

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