Opinión: La Chucho Manía

Por: Christian Pérez 

De un momento a otro, la opinión pública del municipio de Manizales empezó a tener un nuevo protagonista al mejor estilo de aquellos que se hacen virales en redes sociales, medios de comunicación, el voz a voz de la ciudadanía; cual personaje de la farándula, gozando de una inusitada popularidad que cualquier político quisiera tener adportas de las elecciones, salta a la palestra “Chucho” el oso de anteojos que vivió durante cerca de 20 años en la reserva natural de Río Blanco en la ciudad de Manizales, bajo condiciones indignas de abandono e indiferencia, recientemente trasladado a un zoológico de la ciudad de Barranquilla, con la justificación de ofrecerle mejores cuidados, alimentación y condiciones de vida.

Desde el día de su traslado a “la arenosa”, la ciudadanía manizaleña se subió en la onda de la “chucho – mania”, todos tenían que ver con él, desde los animalistas más acreditados y reconocidos, hasta quienes sólo lo eran por el fragor de la noticia o porque veían en el acontecimiento una simple oportunidad política para aumentar su popularidad. La “chuchología” inundó las redes sociales, a pesar de que muchos de los “animalistas del Facebook” solo supieron de Chucho desde el día de su traslado.

Esa misma “chucho – mania ” volvió a tomarse las redes sociales este 27 de julio, con la decisión que tomara la sala de casación civil de la Corte Suprema de Justicia, frente al recurso de Habeas Corpus que interpusiera un abogado de la ciudad, que buscaba su retorno a la reserva de Río Blanco, como finalmente al parecer se logró.

Las opiniones encontradas apuntaban por un lado a la satisfacción por la decisión, y en otros, como en mi caso particular, a la decepción frente a la misma, al ordenar la justicia regresarlo a un lugar de condiciones deplorables, en medio de la soledad y el abandono.

Con esta determinación lo único que se logra es la revictimización de Chucho, en tanto que se le retorna del cautiverio en un zoológico en Barranquilla donde al menos contaba con mejores cuidados, al cautiverio de la indiferencia de las autoridades y de “los animalistas del Facebook”, que seguramente una vez cese el boom mediático del acontecimiento, se olvidarán que de aquel oso de anteojos, que solo les importó para gozar de algunos días de popularidad. Figúrense ustedes, si muchos de los damnificados del 19 de abril en Manizales hoy se quejan porque consideran que han sido abandonados por parte de las autoridades de la ciudad, ¿que podremos decir de la suerte de Chucho cuando deje de ser noticia?.

Frente al populismo con el que se ha manejado el asunto, resulta sencillamente sorprendente y grato ver posturas de verdaderos animalistas, de aquellos que asumen esa causa seriamente, como una forma real de comprender la vida, a diferencia de algunos que ven en el animalismo una simple oportunidad electoral o de colocarse en la cresta de la ola de la opinión pública en búsqueda del ansiado protagonismo. Concretamente me refiero al Colectivo de Identidad Animal, que en una de las publicaciones de su revista manifiesta su preocupación por el retorno de Chucho a Rio Blanco, sin contar con las condiciones de alimentación y de cuidado adecuadas, al punto de mencionar en su artículo, que la dieta a la que estaba acostumbrado el Oso en este lugar era comida para perro, al que muy seguramente tendrá que volverse a habituar.

En lo personal no soy enemigo de que un tema sea abanderado por uno o varios líderes en la ciudad, y que posteriormente este pueda convertirse en una causa ciudadana o política a futuro, siempre y cuando la misma se haga con sentido de responsabilidad, de manera permanente y vocacional, y no al vaivén de los acontecimientos y de las coyunturas políticas o electorales; finalmente, para eso están los líderes en una sociedad, para buscar soluciones a las problemáticas públicas; si alguien de verdad hace suya una causa como el animalismo, no sería malo que posteriormente la ciudadanía le premie reconociéndole su gestión. No obstante, en el caso de Chucho si resulta desconcertante el enorme populismo político que se ha generado, alrededor del viacrucis que el pobre tremarctos ornatus (oso de anteojos) ha tenido que soportar.

Finalmente, guardo la esperanza de que la “chuchomania” inusitada que despertó este acontecimiento en la ciudadanía, posteriormente puedan convertirse en un verdadero interés ciudadano en temas de más trascendencia municipal, departamental o incluso nacional, como bien podría ser el caso del problema de “la salud-manía”, “la  desempleo – mania”, “la movilidad-manía” o la “anticorrupto-mania”, etc.

*Las opiniones del columnista no expresan el pensamiento del medio.

 

 

 

 

 

 

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